Reflexiones sobre la práctica actual de la medicina
Soda-Merhy, Antonio1
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
.Recibir un premio de esta naturaleza, reviste para mí una especial importancia, pues lo recibo del INER, el lugar donde llevé a cabo gran parte de mi vida profesional y donde he desarrollado la mayor parte de mi trayectoria. Puedo decir con mucha emoción que este instituto es mi casa, y me da enorme orgullo ser reconocido por ustedes; compartir este momento con mis compañeros, alumnos y con mi familia, además de tener la oportunidad de expresar algunas reflexiones sobre el ejercicio actual de la medicina.
Quienes decidimos dedicar nuestra vida al ejercicio de la medicina tomamos un camino que no tiene regreso y que nunca se termina; cada respuesta nos lleva a nuevas preguntas y en esa dialéctica formamos nuestra conciencia médica y nuestro destino. Nos ha tocado vivir una época de cambios vertiginosos, la ciencia nos muestra saltos increíbles, las novedades se suceden a gran velocidad y las ideas se renuevan más substancialmente de un año para el otro, y el que quiera abandonar el estudio y dedicarse a aplicar únicamente lo que ya sabe, en poco tiempo sus conocimientos serán obsoletos. La preparación del médico es indispensable para nosotros, llegar a una orilla es siempre partir a un nuevo horizonte a una ruta llena de expectativas. En nuestra profesión no es suficiente adquirir el título, la lucha prosigue, el estudio ha de ser de todos los días, de todos los años y de toda la vida. Por eso, es importante el compromiso que hacemos con nosotros mismos, con nuestra profesión y con nuestros enfermos de actualizarnos en forma permanente. Afortunadamente, contamos con programas de educación profesional médica continua, a los que podemos acceder en forma voluntaria y que nos permiten actualizar destrezas y conocimientos mediante cursos, talleres, congresos, estancias hospitalarias, etcétera, que redundan en una mejor atención de nuestros pacientes.
Ser médico implica ser estudiantes de por vida, procurar con ahínco la educación continua, renovarnos, estar a la vanguardia de los conocimientos que se suceden cada minuto en todos los rincones del planeta. En el siglo XX la medicina ha incorporado cambios importantes; el desarrollo de las especialidades ha sido uno de ellos. Por consecuencia, la figura del médico general, tan necesaria, ha ido desapareciendo. Una de las características de un buen médico, y esto se observa desde la antigüedad, es el ser un sujeto que tiende de manera natural a educar. El clásico médico de familia de hace algunos decenios influía en los miembros de las familias con sus consejos, opiniones y en ocasiones en decisiones, más allá de asuntos propiamente médicos. Actualmente se está replanteando incrementar su papel, inclusive los países ricos están considerándolo como una necesidad importante en los servicios de salud. Sin duda, un médico general con una buena preparación juega un papel muy importante en la medicina preventiva, es capaz de resolver la mayoría de los casos que se le presentan y si no, puede referir al especialista a aquellos pacientes que necesiten otro nivel de atención.
Cada vez resulta más difícil escuchar a un médico interno hablar del ejercicio de la medicina general como fin último de su preparación profesional. Actualmente, el médico recién egresado considera que si no es especialista no tendrá éxito. Nada más alejado de la verdad, ya que actualmente debemos recobrar el papel importantísimo del médico general para el servicio de salud a la población. El médico general debe ser la piedra angular en la atención de la salud. En 1958, el maestro Ignacio Chávez lo decía:
"Es cierto que la especialización trae en su interior una enorme fuerza expansiva de progreso, responsable de buena parte del avance espectacular que estamos presenciando, pero también contiene el germen de una regresión en el orden intelectual y espiritual. Especialización quiere decir fragmentación, visión parcial, limitación de nuestro horizonte. Lo que se gana en hondura se pierde en extensión. Para dominar un campo del conocimiento, se tiene que abandonar el resto; el hombre se confina así en un punto y sacrifica la visión integral de su ciencia y la visión universal del mundo. Y en este drama del hombre de ciencia actual se perfila un riesgo inminente: la deshumanización de la medicina y la deshumanización del médico".
Como podemos ver, estamos obligados a guardar un equilibrio. El médico ha curado y aliviado a los enfermos desde siempre, aun cuando los recursos de tratamiento eran muy limitados, porque el papel del médico no se limita sólo a curar con los modernos métodos de diagnóstico y tratamiento. La relación médico-paciente incluye dos cualidades: la necesaria actitud de servicio y la facilidad para entrar en relación con el enfermo escuchando sus problemas y necesidades para con ello, generar su confianza. Cuando un médico posee estas dos cualidades, puede afirmarse que ha recibido el don de curar. Ser solidarios es también una característica necesaria, tener presente que todas las acciones que tomamos en el ejercicio de nuestra profesión deben ser sólo motivadas por la necesidad de curar, aliviar y consolar al enfermo. En la tradición oral de nuestra profesión se dice que un médico debe saber curar; cuando esto no es posible, debe aliviar el sufrimiento y cuando esto tampoco es posible, debe ser capaz de consolar. Para esto se requiere algo más que los modernos métodos de diagnóstico y los avances tecnológicos.
En la actualidad, la relación médico-paciente ha sufrido modificaciones muy notorias. Se habla de la deshumanización de la medicina, de los grandes hospitales donde el paciente es un número, de la despersonalización de la medicina, de las instituciones públicas y las aseguradoras que no permiten elegir a su médico, de las demandas a los médicos por procedimientos o tratamientos mal efectuados y que obligan al médico a contratar seguros y defensas legales y podríamos mencionar muchas otras. Si bien las innovaciones en el desarrollo tecnológico aplicado a la medicina han significado un gran adelanto en el diagnóstico y tratamiento, por otro lado han transformado el ejercicio médico; la tendencia a utilizar en forma exagerada los apoyos tecnológicos ha ocasionado una distancia entre el médico y el paciente, la relación se ha vuelto fría y distante, y la medicina se ha vuelto excesivamente costosa.
Trabajar por la salud humana entraña aspectos muy profundos que dan contenido a una filosofía y ética médica que siempre debe acompañarnos. Quienes nos dedicamos a esta importante tarea, sabemos que no basta el conocimiento y la destreza de la que seamos capaces. En esta lucha por la salud de nuestros pacientes, debemos tratarlos con profesionalismo, palabra que en los últimos tiempos escuchamos cada vez más y que es la responsabilidad que adquiere el médico ante la sociedad para desempeñarse con una conducta que refleje los principios de la ética, el humanismo, la rendición de cuentas y el altruismo, sustentado en una competencia clínica técnicamente adecuada para resolver los problemas que se le presenten. Estos valores deben destacarse y son la base del compromiso de la profesión médica con la sociedad.
¿Cuál es el escenario que estamos viviendo en nuestro país?
Algunos datos del panorama de la educación médica en México; actualmente existen 114 escuelas o facultades de medicina afiliadas a la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina (AMFEM); existen aproximadamente 20 más que no están afiliadas; la matrícula es de más de 133 mil estudiantes de medicina, (@secretariadesaludMX), de los cuales egresan aproximadamente 70%. México cuenta con más de 250,000 médicos generales, muchos de ellos sin la posibilidad de ejercer directamente su profesión y mal distribuidos en el territorio nacional.
El escenario del médico recién egresado es, en la mayoría de los casos, realizar el examen para ingresar a la residencia de la especialidad. En 2021 se presentaron 42,423 a sustentar el examen, 18,173 fueron seleccionados, lo que representa un porcentaje de aceptación de 42.2%, comparado con 2019 que fue 26.4% (www.cifrhs.salud.gob.mx). Si nos preguntamos cuáles son las causas de este fenómeno, podemos llegar a especular distintas razones: 1) ¿los estudiantes de un año a otro mejoraron su preparación?; 2) ¿el grado de dificultad del examen disminuyó?; 3) ¿bajó la calificación mínima para aprobar el examen?; y 4) ¿aumentaron el número de sedes? La realidad es que se cuenta con el mismo personal docente, mismos recursos y el mismo campo clínico, por lo cual, al aumentar el número de plazas sin la infraestructura suficiente, las oportunidades para cumplir los programas universitarios se limitan y esto repercute en la preparación de los estudiantes. A pesar de estos ajustes, queda un 57.8% de médicos que no aprobaron, ¿y qué sucede con ellos?, pues existe un gran desaliento, algunos se preparan para la evaluación del siguiente año, otros se sienten frustrados y otros aceptan el reto de trabajar como médicos generales, buen número de ellos al servicio de las farmacias. Una buena oportunidad para estos médicos, que tienen los conocimientos frescos y están habituados a las evaluaciones, es que presenten el examen para pertenecer al Consejo Nacional de Medicina General, independientemente de que después puedan o no realizar una especialidad.
En el marco de los cambios producidos en la medicina moderna desde 1963, se inició la creación de los Consejos de las Especialidades Médicas para certificar la calidad de los médicos en ejercicio profesional y, al mismo tiempo, la recertificación cada cinco años con el fin de que el médico se mantenga actualizado a través de las actividades de educación profesional médica continua. En 2017, existían 147,910 especialistas, de los cuales 69% están certificados en 47 Consejos de Especialidades que conforman el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (CONACEM). A principios de los años noventa, el médico general no tenía un organismo que reuniera esas características, por lo cual fue hasta el año de 1995 en que se creó el Consejo Nacional de Medicina General. A la fecha, de los 250 mil médicos generales en el país, sólo 36,323 están certificados por el Consejo Nacional de Médicos General. Es preocupante la situación de los otros miles de médicos que practican la medicina general sólo después de la preparación en una escuela de medicina con una preparación de calidad variable; en gran parte, son responsables de la atención de primer contacto con los enfermos de este país.
Los médicos con muchos años de ejercer la profesión hemos tenido el privilegio de ser espectadores y actores de los grandes cambios que nos ha tocado vivir en relación a los avances tecnológicos en el diagnóstico y tratamiento. Estoy seguro de que cuando terminamos nuestra licenciatura y residencia, ni en sueños pensábamos que íbamos a llegar al grado de tecnificación en el que estamos ahora. Además, hay que considerar los grandes cambios en un futuro cercano de la genética, las células madre, neurotrópicos, nanotecnología, sólo por mencionar algunos.
Como podemos ver, muchas son las cosas que vienen a mi cabeza al escribir estas líneas y compartirlas; creo que una ceremonia como ésta nos obliga a hacer un alto en el camino y simplemente ponernos a pensar, mirar por el espejo retrovisor, analizar cómo ha pasado el tiempo y qué hemos hecho para darle contenido y valor. En este ejercicio, el pensamiento nos obliga a preguntarnos qué ha significado ser un profesional de la medicina en México en pleno siglo XXI, ¿cómo hemos abordado la medicina?, ¿hemos pensado en la filosofía médica?, ¿hemos planteado alguna vez nuestra ciencia frente al humanismo? En un artículo titulado "Humanismo médico" el maestro Ismael Cosío Villegas, de quien orgullosamente el instituto lleva su nombre, decía, y cito:
"Humanismo quiere decir cultura; comprensión del hombre en sus aspiraciones y miserias; valoración de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es justo en la vida; fijación de las normas que rigen nuestro mundo interior, afán de superación que nos lleva, como en la frase del filósofo, a igualar con la vida, el pensamiento".
Lo más importante y gratificante en cualquier profesión y actividad humana que desarrollemos, sin lugar a duda, es realizarla con gusto y con pasión; para llegar a esto es indispensable la vocación y, en el caso del médico, esto debe ser una condición sine qua non; pero no debemos permitir que esta vocación se quede atrapada únicamente en el especialismo o en el rigor de los conocimientos y los avances tecnológicos. Cualquiera que sea la especialidad a la que nos dediquemos, es necesario poseer una mirada horizontal, prepararnos en la interdisciplina y tener siempre presente el humanismo que permita comprender al individuo no sólo como un enfermo que tiene un padecimiento, sino como un hombre igual a nosotros, que sufre, que tiene sueños y esperanzas de vida.
La preparación del médico es indispensable, llegar a una orilla es siempre partir a un nuevo horizonte, a una ruta llena de expectativas. En nuestra profesión no es suficiente adquirir el título, la lucha prosigue, el estudio ha de ser de todos los días, de todos los años y de toda la vida.
Para finalizar, quiero felicitar y aplaudir a los directivos de nuestra institución por su iniciativa de propiciar esta clase de reconocimientos que significan un gran estímulo para todos los médicos, a quienes invito a que continúen luchando por la salud de nuestros semejantes con orgullo de pertenencia a esta querida Institución; haciéndolo desde la perspectiva del humanismo médico y con toda la fuerza de su vocación.
Muchas gracias.
AFILIACIONES
1Hospital Ángeles de las Lomas.REFERENCIAS